Los Juegos del Hambre: un soplo de aire fresco

¿Han notado cuántas novelas juveniles hay en el mercado desde que salió Harry Potter? Es probable que considerando el éxito económico que supuso esta saga para J.K Rowling sean cientos los autores que se han lanzado con sus propias franquicias para probar suerte. Ciertamente no lo han hecho para comunicar un mensaje. Al principio eran malas copias de la saga del mago, pero gracias a la influencia de Crepúsculo ahora todas las novelas juveniles de fantasía y ciencia ficción (por suerte, aún en menor medida) están enfocadas en lo que más parece gustarle al público femenino: el romance. Desde zombies hasta hombres lobo caen ante la influencia de cupido.

Además del romance, todas estas sagas tienen en común es que ninguno de sus autores toma en serio a los adolescentes a los cuales se dirigen. Una relación simplona, personajes estereotipo, finales felices, poca profundidad psicológica y la ausencia de cualquier tipo de mensaje o significado lo demuestran: estos libros están escritores exclusivamente para ganar algo de dinero explotando a una juventud influenciada desde su infancia a consumir ese tipo de historias.

Cuando en el 2008 se estrenó la primera película de Crepúsculo toda esperanza parecía perdida. Las sagas semejantes no hacían más que reproducirse a pasos agigantados, así que cuando me recomendaron Los Juegos del Hambre pasé la recomendación por alto. No tenía ningún interés en acercarme siquiera a este tipo de novelas después de leer unas cuantas páginas escritas por Stephenie Meyer. Por supuesto, leer los comentarios en internet de los fanáticos de Los Juegos del Hambre no ayuda: su único enfoque es el triángulo romántico entre Katniss, Gale y Peeta, así que mi primera impresión fue que se trataba de otra saga para llenarle los bolsillos a alguien. Al poco tiempo tuve la oportunidad de leer un par de reseñas interesantes que me llevaron a tener intenciones de darle una oportunidad al libro de Suzanne Collins, pero los libros nunca estaban disponibles en la biblioteca. Al comprar mi Nook siempre habían cosas más importantes que leer, así que recién le dí una oportunidad a Los Juegos del Hambre hace una semana, cuando me regalaron el primer libro y, al no tener cerca nada más, comencé a leerlo. Fue un viaje sin retorno.

A diferencia de otras historias, lo primero que se puede notar apenas lees unas páginas es que no se trata de otra típica novela adolescente. Nuestra protagonista es una chica pobre, sumida en la miseria, sobre la cual recae el peso de mantener a su familia. Tiene un carácter rudo y hostil, pues al vivir en una sociedad dictatorial aprendió a esconder sus emociones para no ponerse ni a ella ni a su familia en peligro. Katniss Everdeen no es otra Bella Swan, ni siquiera un nuevo Harry Potter. A diferencia de estos, es una persona que debe preocuparse por su supervivencia diaria y de quienes ama, es alguien que arriesga su vida de las mismas maneras que nosotros mismos podríamos arriesgarla: pasando hambre o desafiando la ley. Además, es un personaje al que vemos deteriorarse con cada vivencia. Mientras Harry parece ser inmune a los continuos ataques en su contra (al menos hasta La Orden del Fénix), Katniss sufre con cada muerte que ve, incluida la de quienes en teoría deberían ser sus enemigos. A las heridas psicológicas se le suman las heridas corporales que va adquiriendo con las batallas y el agotamiento mental que supone aguantar todo eso. En la saga de Los Juegos del Hambre podemos leer el relato real de las consecuencias de una guerra.

La relación romántica en Los Juegos del Hambre tiene pinta de relleno en la primera novela, sin embargo al seguir con los dos libros restantes se va comprendiendo más la naturaleza del triángulo amoroso. No se trata sólo del desagradable «Team Peeta vs. Team Gale» que algunos fanáticos han asumido. Elegir entre Peeta y Gale supone, para Katniss, elegir una actitud frente a las desgracias que ha padecido. Resulta novedoso que, en una novela juvenil, la elección de pareja no tenga que ver tanto con las características de un personaje u otro, sino con lo que supone para quién está tomando la decisión (como sucedía en BtVS). Sin mencionar que esto NO es el eje de la historia. Es algo que se desarrolla al margen del relato, que forma parte del mismo pero que no lo llega a absorber.

Aún más genial me pareció el hecho de que esta saga no se trate de otra distopia en donde los malos son genéticamente malos y los buenos, buenos. Katniss sí se cuestiona las razones de sus «enemigos» para actuar como actúan y es capaz de comprender que, en otras circunstancias, ella misma o sus seres amados podrían haber caído en lo mismo (y algunos, de hecho, lo hacen). Suzanne Collins no usa este relato para darle al público lo que quiere leer: las escenas de violencia no están ahí para entretenernos, están ahí para qué veamos las consecuencias.

Los Juegos del Hambre es la saga que siempre quise escribir: ciencia ficción, política, psicología, sociología, realismo y la justa dosis de entretención y romance, todo en un sólo relato. ¿Tiene defectos? Claro, como todo, pero no cae en las mismas tonterías que el resto de las sagas juveniles actuales y se nota que Collins no parte asumiendo que sus lectores son unos descerebrados. Aunque ya están saliendo copias baratas de Los Juegos del Hambre espero que más gente tome el ejemplo de esta autora y se dé cuenta de que se pueden escribir libros entretenidos y profundos, de que es posible llegar a los adolescentes sin necesidad de darles lo mismo que ven a diario en la televisión y el cine. Espero que este soplo de aire fresco de la literatura juvenil no sea sólo pasajero y que traiga consigo un huracán que se lleve lejos todas las variantes de Crepúsculo.

Rise of the Planet of the Apes

Al saber que harían una precuela de Planet of the Apes me entusiasmé: hace años que vi las películas (la del ’68 y el remake del 2001 de Burton) y sentía que ninguna le hacía honor al libro. Justamente una parte que ninguna película supo reflejar es aquella en donde los simios se toman el poder. Lo narran, lo mencionan, pero en ninguna queda clara la evolución de estas criaturas ni mucho menos la reacción de las personas frente a este fenómeno.

Rise of the Planet of the Apes parecía una película dispuesta a revertir eso y reflejar, por fin, el surgimiento de los simios como especie dominante. Lamentablemente, acabo de ver el trailer y quedé decepcionada. En la nueva película, los simios logran hacerse del poder debido a experimentos de laboratorio hechos con ellos. En el libro, los simios adquieren las características humanas debido a un paulatino proceso de evolución. ¿Por qué es importante como se produce el cambio? Porque refleja la visión que se tiene de la relación humano-animal. Mientras Pierre Boulle pone a los simios como capaces de llegar a nuestro grado evolutivo, los guionistas de esta nueva versión parecen dudar de tal posibilidad y creen más lógico que esa capacidad sólo se adquiera a través de los mismos seres humanos (típica egolatría especista).

Este cambio, a mí me parecer, es importante pues Rise of the Planet of the Apes, así como las anteriores películas, no reflejará el mensaje original del libro. La sensación terrible que sientes al leer como los simios evolucionaron de pronto, nos esclavizaron, se tomaron el poder y que NO HAY NADA QUE PODAMOS HACER AL RESPECTO (porque tan sólo siendo humanos ya interferimos con el comportamiento de los simios), es fantástica, alucinante. Y el cine lo ha arrebatado. Tres veces… Sin contar las numerosas secuelas.

La roca y la charca

Titulo original: The rock and the pool
Autor: Stephen Tall
Año de publicación: 1976
Género: Ciencia ficción
Editorial: Mosaico
Edición: 1977 en la publicación mensual «Espacio» número 4.

La roca y la charca nos sitúa en un mundo extraño, donde los humanos viven casi como animales. No cuestionan, ni intentan producir ningún cambio. Su existencia gira en torno a la comida y la bebida, proporcionadas por una gran roca y un profundo lago. Cada quien consume una cantidad suficiente para mantenerse vivo. Nadie se extiende más allá de lo conocido, pues no es necesario.

Así transcurre la existencia de estas criaturas. Hasta que un día nace un joven que demostrará que esa extraña especie sigue siendo humana.

En adelante, es posible que te encuentres con spoilers. Si no has leído la novela y no deseas leer adelantos de la trama, no sigas leyendo.

La roca y la charca es una narración estupenda de Stephen Tall. Me sorprende que sea tan poco conocida (ni siquiera he podido encontrar una ilustración para poner en el blog). Apenas inicié la lectura, me sentí transportada al universo creado por el autor. Casi pude sentir las sensaciones de hambre y de sed descritas y en mi mente aún rondan imágenes del vasto desierto donde se hayan la Roca y la Charca. Tal vez más de alguno encuentre engorrosa la excesiva descripción, pero creo que cuando se intenta recrear un mundo completamente desconocido, esta es necesaria.

Quise buscar una biografía del autor antes de hablar de su posible intencionalidad, pero está díficil. En español hay pocas referencias y lo poco que encontré en inglés era irrelevante para lo deseado. Pero al saber el año de publicación, es mucho lo que se puede decir.

Como muestra la información de más arriba, este cuento fue publicado en el año 1976. Es decir, cuando la amenaza atómica aún atormentaba a mucha gente. La roca y la charca refleja ese miedo, pero llegando al extremo: debido a explosiones atómicas, el ser humano ha vuelto a vivir en un estado primitivo. Y no sólo eso, sino que ha creado criaturas más poderosas. Estas criaturas observan como buenos científicos a los humanos, intentando descubrir como una especie tan patética fue algún día la dueña y señora del planeta.

Y parecen a punto de descubrirlo, pues el protagonista (el Alto, como se lo denomina) es el primero en cuestionarse su entorno y en quebrantar las normas. Su intensa curiosidad lo lleva a caminos inexplorados por el resto de pobladores. Con la muerte del más anciano de la comunidad, se marca el final de una era y el posible comienzo de otra mejor. Pero la ambición del Alto es tanta, que se logra percibir que tarde o temprano la comida y el agua escacearan debido al comportamiento irresponsable del joven. Justamente, esa es la historia de la humanidad. Siempre creemos que se está logrando un avance, algo para mejor, cuando muchas veces sólo logramos perjudicar más lo que queremos salvar.

Así, esta breve distopia nos enseña una lección que el género de la ficción científica está empeñado en impartir: los humanos debiéramos actuar con mayor cuidado y contemplación. Debemos detenernos a pensar en las posibles consecuencias de nuestros actos. Y que, incluso actuando de buena fe, podemos ser un verdadero elemento destructivo.

Observadores del pasado: La redención de Cristóbal Colón

Título original:Paswatch
Autor: Orson Scott Card
Año de publicación: 1996
Género: Ciencia ficción
Editorial: Ediciones B, Colección Nova
Edición: 1996
Traducción: Rafael Marín

Siempre me ha gustado leer críticas literarias antes de elegir un libro. En ocasiones siento que simplemente es para terminar llevándole la contraria al crítico, pues siempre termino en desacuerdo con la opinión ajena. Y claro, ahora me ha pasado con el libro Observadores del pasado: la redención de Cristóbal Colón de Orson Scott Card.

La novela narra la historia de un futuro en donde la Tierra permanece en cierta paz, pero después de muchas catástrofes que han dejado la población sumamente reducida. Esta sociedad le da mucha importancia al pasado, pues pueden aprender de él. Por ello, crean una organización llamada “Vigilantes del pasado” que, mediante avanzadas maquinas, pueden observar en detalle todo lo acontecido antes. Tagiri, una observadora de dicha organización, se dedica al estudio de la esclavitud. Un día, descubre que una de las indígenas que observa sueña con Tagiri y es capaz de describirla. Eso la hace pensar que con la tecnología apropiada, podrían influir en el pasado y “repararlo”. Para ello se crea el Proyecto Colón, que toma el descubrimiento de América como un importante punto de cambio que se debe modificar. A partir de ello, entran en juego varias interrogantes acerca de la posibilidad de cambiar el pasado y de las implicancias morales de hacerlo.

En adelante, es posible que te encuentres con spoilers. Si no has leído la novela y no deseas leer adelantos de la trama, no sigas leyendo.

Lo primero que debo decir de este libro es que está muy bien escrito. Orson Scott Cardengancha rápidamente y es uno de aquellos textos que no puedes soltar hasta terminarlo. El lenguaje utilizado en la obra es muy sencillo y las oraciones breves facilitan la lectura de un párrafo tras otro. Y a pesar de que los diálogos son un poco forzados, la novela resulta bastante creíble.

La principal crítica a Observadores del pasado es que carece de rigurosidad histórica. En la página Bibliópolis, Rafael Muñoz Vega incluso afirmó que Card olvidó por completo las “grandes fuerzas económico-sociales que formaron la historia» [1]. Sin embargo, en el libro no se ignoran los grandes sucesos sociales. Es sólo que al autor se muestra más partidario de una Historia poco predecible, en la que cualquier pequeño cambio puede cambiar el curso de los sucesos. Lo cual resulta un ejercicio sumamente útil, pues desestructura la creencia de que las cosas inevitablemente iban a resultar de una manera.  Y claro, facilita el mensaje que Card quiere entregarnos: que podemos cambiar el futuro, que está en nuestras manos cambiar las cosas.

También se ha comentado que el autor manifiesta de manera demasiado ferviente su cristianismo. Y si bien esto es cierto, no creo que sea reprochable. Al contrario, resulta novedoso que un escritor de ciencia ficción no termine tildando a la Iglesia Católica como la culpable de todo mal en la Tierra. Después de todo, presentar al cristianismo como un punto de unión entre indígenas y españoles no  resulta tan fuera de foco. Si los conquistadores hubieran sido cristianos consecuentes, habrían evangelizado sin necesidad de abusar o esclavizar.

Me han gustado también los personajes. Siento que son creíbles; manifiestan opiniones y sentimientos acordes a su carácter. Por una parte, el autor no se dedica a profundizar mucho en su vida personal, lo cual hace la novela mucho más fluida, pues queda claro que no es la vida privada de los personajes lo que interesa. Pero por otra parte, tampoco cae en el error de crear seres robóticos.

Esta novela definitivamente ha quedado entre mis favoritas. Tanto el desarrollo de la trama, como el mensaje que entrega me han dejado fascinada. Se la recomiendo, sobretodo, a quienes estén estudiando historia. O a quienes tengan esperanzas en algún día cambiar las cosas. Porque los grandes sucesos nunca dejan atrás a las personas y a veces, los pequeños detalles pueden cambiarlo todo.

“—Cambiamos al mundo —dijo ella.
—Por ahora, al menos —dijo Hunahpu—. Todavía pueden encontrar medios para cometer los mismos viejos errores.”